martes, 4 de agosto de 2015

 Es bien conocida la capacidad de los duendes para adoptar las más variadas formas animales, lo que hacen con frecuencia para eludir con mayor facilidad la curiosidad humana. Además, casi nunca aparecen con su aspecto real ante nuestros ojos, ya que gustan de escudarse bien en la invisibilidad, bien bajo la apariencia de animales, generalmente domésticos, como gatos o perros, o cercanos a los humanos, como gorriones y palomas.
 Esta habilidad para cambiar de aspecto es asombrosa en algunos duendes, como ocurre con los diablos burlones,
El proceso de cambio por el que un duende se transforma en animal apenas dura unos segundos. Los duendes han desarrollado esta capacidad durante miles de años hasta extremos increibles.

 La gallina duende.
 Una mujer vio entrar en su corral a una hermosa gallina negra, la que ha poco puso un huevo que parecía de pava, y más blanco que la cal. Estaba la mujer loca con su gallina, que todos los días ponía su hermosísimo huevo. Pero hubo de acabársele la overa y la gallina dejó de poner, y su ama se incomodó tanto que dejó de darle trigo, diciendo: - Gallina que no pone, trigo que no come. A lo que la gallina, abriendo horrorosa mente el pico, contestó: - Poner huevos y no comer trigo, eso no es conmigo. Y abriendo las alas dio un voleteo, se salió por la ventana y desapareció; por lo que la mujer se cercioró que la tal gallina era un duende, que se fue resentido por la avaricia de la dueña. 
 Cuento ya clásico de Fernán Caballero (nacida en 1796), considerada la matriarca de la literatura infantil española.